La Crisis Española y Productividad en Perú: Cuando el Destino nos alcance

un crecimiento basado en los mercados de consumo interno que se asocien a fuerte endeudamiento sin considerar la productividad implica una prosperidad falsa, en que nos comemos el futuro y que cuando éste nos alcance, no quedará más que comernos a nosotros mismos

Es innegable que nuestro país está teniendo el mejor desempeño económico de su historia, especialmente en relación a la disminución estadística de la pobreza y el crecimiento de la clase media y sus consecuentes mercados de consumo.

Por el otro lado, Estados Unidos y los países Europeos como España, se encuentran en proceso de encontrar una salida a las crisis relacionada con una bonanza económica que ha terminado, lo que inicialmente fue negado y ante la cual se están re-acomodando los estilos de vida de sus habitantes.

¿Cuál es la diferencia a nivel económico entre Perú y España? En mi opinión, ninguna. Tras la suma y resta, se tienen modelos económicos similares. Lo que no nos hace similares es un tema de tiempos: Nosotros estamos viviendo el periodo de las vacas gordas por la integración económica y en España ya  vivieron dicho periodo. Observando lo que ocurre en España, podemos comprender (y sentir) mejor cómo son las amenazas que deberemos enfrentar en el mediano o largo plazo.

Considero que la principal amenaza que no pudo resolver España y que tendremos que resolver tarde o temprano por acá es cómo elevar nuestro estándar de vida y elevar sostenidamente nuestra productividad. No me refiero a innovación, tecnología o conceptos de moda; Por productividad podemos entender la actitud derivada del entendimiento que significa no «comernos» el futuro, comprender que hay vacas gordas y flacas con el tiempo y que ello debe guiar nuestras decisiones políticas económicas y personales.

Estamos muy lejos de preocuparnos de cómo vamos a hacer cuando los mercados de exportación caigan, cuando la devaluación crónica del Dólar y del Euro neutralicen los beneficios de los Tratados de Libre Comercio y cuando el avance del país no dependa del viento global sino que fundamentalmente del empuje local. Hoy en día nos preocupamos, como gobierno y como sociedad,  en discutir necesidades de corto plazo que son muy legítimas y tomando decisiones que no protegen el valor del capital público o privado. Si se aumentan remuneraciones a cambio de nada en Educación y en Salud, nuestra productividad como Estado y País simplemente decae. Dicho de otro modo, podremos tener cuantiosas reservas de dólares (en proceso de devaluación) pero si somos más caros para producir los mismos resultados, el valor real de nuestras reservas disminuyen y nuestra probabilidad de aumentarlas también.

Dar respuesta mecánica a la crisis global mediante un crecimiento basado en los mercados de consumo interno que se asocien a fuerte endeudamiento sin considerar la productividad implica una prosperidad falsa, en que nos comemos el futuro y que cuando éste nos alcance, no quedará más que comernos a nosotros mismos. Quizás para mantener la cordura, comeremos soylent verde.

Satisfacción, Utilidad y Decisiones de Estado: La semilla del populismo no viene de la política sino del mercado.

Cada día elegir se hace más complicado. Más que el consumismo, aumenta nuestra adicción a la insatisfacción y el alejamiento de nuestras decisiones sobre utilidad a largo plazo.

A propósito de un evento al que asistí relacionado estrechamente con el enfoque de la Nueva Gestión Pública, renació un debate interno que quisiera compartir. Si bien la adaptabilidad del enfoque de la Nueva Gestión Pública radica en que va adoptando las tendencias desde el management del sector privado a su aplicación en el sector público, considero que hay fundamentos que tienen que ser actualizados a la luz de las crisis financieras y económicas.

Más bienes, más personas insatisfechas.

Específicamente resulta riesgoso cuando, dentro del enfoque de la Nueva Administración Pública, se trabaja indudablemente con la «satisfacción del cliente», como norte magnético de las políticas y como equilibrio «giroscópico» en la toma de decisiones: El que una administración pública busque básicamente la satisfacción del usuario, puede devenir en serios aumentos en la complejidad de la oferta y una débil respuesta de la demanda,  generando crisis tanto a nivel microeconómico como macroeconómico. A continuación me explico:

Hoy en día, investigaciones económicas y psicológicas identifican la diferencia entre satisfacción de corto plazo y utilidad de largo plazo. Por ejemplo, fumar genera una satisfacción instantánea pero luego de años uno concluye que no fue de utilidad. Consumir al crédito también genera enormes satisfacciones de corto plazo pero a costa de reducir la tasa de crecimiento del ahorro a 20 o 30 años. Esta diferenciación ha sido comprobada desde hace ya un par de décadas mediante interminables trabajos y experimentos. Las personas tenemos un sesgo natural a satisfacer lo que consideremos necesidades de corto plazo y, residualmente, dedicamos tiempo y energía para estimar decisiones que nos aumenten la utilidad en el largo plazo. Lamentablemente son muy pocas las decisiones en que las personas incurren en el enorme esfuerzo de considerar satisfacción y utilidad de largo plazo al mismo tiempo: No por un tema de actitud, sino porque humanamente es imposible computar múltiples decisiones a este nivel durante el día.

El sector privado se encuentra orientado y focalizado a satisfacer necesidades de los clientes y desarrollarán tantas alternativas de productos como segmentos pueda encontrar. Lo anterior, sumado a la hipercompetitividad produce en el cliente una cantidad de oferta y alternativas por producto que terminan por reducir el nivel de satisfacción en una magnitud mucho más fuerte de la que creemos. Esto produce una espiral viciosa de ensayo y error entre la oferta y la demanda con mayores exigencias de retornos para ambas partes y que reducen radicalmente la utilidad de ambas.

Mas personas insatisfechas, nuevos bienes para satisfacerlas.

Esto conlleva a discutir el espacio ético de participación de las empresas y de los mismos clientes, donde más allá de crear nuevas necesidades, se crea la percepción de nuevas insatisfacciones en los ciudadanos,  alejándolos de los espacios de decisión asociados a la aumentar la utilidad a largo plazo.

Por otra parte, el Estado debe generar la mayor utilidad a largo plazo en diferentes niveles para que la nación alcance condiciones de bienestar incrementales a perpetuidad. Ello implica discernir mediante procesos decisionales acertados que permitan identificar en qué situaciones debemos entregar satisfacción al usuario sin sacrificar su utilidad en el largo plazo.

Al ser el cliente también un ciudadano, la política, su dinámica y discurso se ve empujada a operar desde la misma lógica que tiene el mercado: se nutre de las insatisfacciones de la ciudadanía, incorporando en su oferta electoral aspectos más relacionados con las insatisfacciones que con la utilidad a largo plazo. Más allá de las elecciones, una vez que asume un gobierno, se tiene un alto incentivo para apagar las insatisfacciones en vez de sembrar las necesarias reformas que sean de utilidad para el largo plazo.

Por ejemplo, en el caso de los presupuestos basados en participación ciudadana, si bien se satisface al ciudadano, tanto a través de la participación y como de la satisfacción de sus demandas inmediatas, no se cuenta con condiciones de generación de utilidad en el largo plazo, especialmente considerando la paradoja de Kenneth Arrow en estos procesos al observar las jerarquizaciones realizados por los ciudadanos.

Regular expectativas para un futuro digno: Gobernar es Educar.

Soy creyente que el mercado tiene la capacidad de resolver muchas de las necesidades un país pero también creo que el mercado tiene que contar con regulaciones que permitan dar espacios al ciudadano para evaluar la utilidad de largo plazo de sus decisiones, las mismas que son la cilindrada de nuestro motor para el progreso.  Desde una perspectiva de teoría de juegos, este tiene el populismo como lógica dominante y vemos que este juego no viene de las decisiones de políticos, sino que de las relaciones del mercado. Así, el gran esfuerzo por parte del Estado, es sacar tanto a la oferta como la demanda de su estado inercial; antes que la inercia, como en otras partes del mundo, terminen por reducir las posibilidades de futuro para nuestros hijos.

Más que nunca debemos tener en mente la frase de Pedro Aguirre Cerda: «Gobernar es Educar».